viernes, 24 de abril de 2015

¡Premios "Dardos"! ¡Hurraaaaa!


Agradecemos con alegría y cordialidad a +Kirke Libris y a su blog "Leer, el remedio del alma", nuestra nominación al Premio "Dardos", cuando aún +Mujer en los cincuenta es una bloggerita muy pequeña...

"El principal objetivo de estos premios es el de promocionar e interactuar con diferentes blogs. En concreto el premio Dardos reconoce los valores que cada blogger emplea al transmitirlos. Valores culturales, éticos, literarios, personales, etc., que, en suma, demuestran su creatividad a través del pensamiento vivo que está y permanece intacto entre sus letras, entre sus palabras.
Estos sellos se crearon con la intención de promover la confraternización entre los bloggers, una forma de demostrar cariño y reconocimiento por un trabajo que añada valor a la Web”.
Muchas gracias, +Kirke Libris 

Los nominados deben, según las normas del premio:
1) Agradecer a quien te mencionó.
2) Poner el sello en tu blog.
3) Nominar a 10 candidatos y avisarles.

Nominamos a:


+Sonia Le Lo por imaginar "Fotoquimera"

+Ariadna de Asterión por guiarnos a través de "El laberinto grotesco"

+Vanessa Hervás por su expresividad en "El bosque encantado de Vanessa"

+Gabriela Guerra por interpretarnos en "Gaby in the Wild"




Felicidades, y ¡a nominar blogs y demás! 






miércoles, 22 de abril de 2015

Fiona L.: Cuidado, peligro.



De mi pasado intrépido recuerdo cuando, junto a una amiga, nos fuimos a Picos de Europa. Éramos jóvenes y montañeras. Tiempos pretéritos. El caso es que anduvimos varios días, montaña arriba y montaña arriba (allí, hacia abajo, sólo se puede ir cuando te vas), aprovechando una semana caprichosamente soleada.

Una tarde, después de mucho caminar y tras comernos un increíble bocadillo, nos tumbamos sobre una piedra para descansar y tostarnos al sol. Y de paso, aprovechar a colgar nuestra mente en un cielo tan azul que nos lo decía todo, sin decirnos nada. De tal guisa, nos hubiéramos quedado dormidas, si no llega a ser porque desvié la vista del cielo y la coloqué sobre un risco, una difícil mole de piedra que se alzaba a nuestra derecha, en la que, mirando por mirar, les vi.
"Oye" -le comenté a mi amiga- "¿te has fijado por dónde van aquellos?", dos chicos ascendiendo por lo que parecía una trepada fuera de pista.

Estaba casi dormida y le costó distinguirles entre las rocas, pero en cuanto su cerebro digirió la escena, entró en modo “super-girl”, se incorporó y, entre comentarios hacía mi  -"se van a matar, van mal por ahí"-  y hacía ellos (a gritos)  -"por ahí nooo, a la derechaaaa, ahí noooo…"-, comenzó una de las mejores escenas surrealistas que he presenciado nunca.


                                            Foto: Iñaki Berazaluce

No había nadie más en la zona. Nosotras, al resguardo de una vaguada acariciada por el sol, y ellos, encaramados en el risco. Pero "super-girl" no se había colocado la capa para nada y, puesta en pie, agitando su forro polar, continuaba indicándoles a gritos que la senda iba más a la derecha, que rectificaran porque por donde ascendían tenían peligro de despeñarse.

Yo, con un organismo más cercano al de la tortuga que al humano, estaba tan perpleja, mirando a unos y otra, que no acababa de interiorizar lo que estaba sucediendo.
"Oye", le dije a mi amiga, "que igual quieren hacer esa cima, que no les llega tu voz, que..." Nada, ella a lo suyo, gritando cual posesa y agitando todo lo que se le ocurría para captar su atención.

Y lo consiguió.
A pesar de la distancia, alguna onda les debió de llegar, porque se detuvieron, se pararon y miraron hacia abajo. Nos vieron. Mi amiga, feliz, "menos mal", suspiró, y siguió haciendo sus indicaciones para que cogieran la diminuta senda que discurría unos cuantos metros a su derecha. Eso no lo captaron bien. Porque empezaron a bajar en línea recta hacia donde estábamos (yo les veía muy expertos, la verdad) hasta que ya, bastante cerca de nosotras, van y nos gritan: "¿Os pasa algo? ¿Necesitáis ayuda?"

Vale, os resumo el final, fueron muy majos, muy majos. Después de desandar todo el difícil trecho que habían ascendido, y después de acordarse de todo nuestro árbol genealógico, supongo, se terminaron riendo con nosotras. Y continuaron por su camino, porque iban muy bien por él.

  
                            Foto: The Gloss

Mi amiga es así. La mayoría de las mujeres, también. Estamos tan acostumbradas a pensar en los demás, que al final terminamos intentando salvar a quien ni tan siquiera está en peligro.
Empáticas por naturaleza, necesitamos que alguien nos enseñe cuándo debemos preocuparnos sólo por nosotras mismas. Eso os cuento.
Suerte con la vida. 

Fiona L.

 © Textos bajo el epígrafe “Fiona L.” y epígrafe todos los derechos reservados.

domingo, 19 de abril de 2015

Ella dice, nosotras decimos. Susan Sontag.


“(…) contamos algo de la historia de la adulta que “se sintió obligada a vivir en el cuerpo de una niña” y de la “niña que tuvo el privilegio de vivir en un cuerpo de adulta”.
“Creo que…
(A) Que no hay dios personal o vida después de la muerte

(B) Que la cosa más deseable en el mundo es la libertad de ser fiel a uno mismo, es decir, Honestidad
(C) Que la única diferencia entre los seres humanos es la inteligencia
(D) Que el único criterio de una acción es su efecto último en hacer a la persona feliz o infeliz
(E) Que está mal privar a un hombre de la vida [comentarios 'f' y 'g' están desaparecidos.]
(H) Creo, además, que un Estado ideal (además de ‘g’) debe ser de carácter fuerte y centralizado con control gubernamental de servicios públicos, bancos, minas, transporte + y subvenciones de las artes, un salario mínimo satisfactorio, ayuda a los discapacitados y anciano[s]. La asistencia del Estado a las mujeres embarazadas sin distinciones como las de hijos legítimos + ilegítimos”.
"Con estas palabras extraídas de su diario personal, Susan Sontag apuntaba ya -a la edad de 14 años- su pasión por la listas. Unas listas que escribía eticulosamente sobre todo lo que tenía que leer, escuchar, intentar o evitar ser… y en las que ya podía observarse su innegable apego a la transformación personal, a su propia auto-revisión y a un carácter estricto en cuanto a cómo quería desarrollarse y quién pretendía ser.” 


"La enfermedad y sus metáforas fue el título que recibió uno de los ensayos en los que la pensadora abordó el daño que se infligía sobre las personas pacientes a través de actitudes sociales que giraban en torno a los mitos de algunas enfermedades y que resultaban más contraproducentes, decía, que la propia enfermedad. Diez años después puso el dedo aún más en la llaga y escribió El Sida y sus metáforas.
Estos ensayos no fueron más que su propia experiencia personal ya que, debido a su lucha contra el cáncer, hablaba desde la autoridad que le dieron sus propias vivencias. La pensadora sufrió tres cánceres a lo largo de su trayectoria vital (murió a causa del último el 28 de diciembre de 2004 a los 71 años de edad). No obstante, Sontag siempre pregonó el mensaje que asociaba el cáncer con la vida (…)"
“(…) Estuvo más viva que nunca y con una actividad intelectual increíble durante casi 30 años más después de ese diagnóstico. Su entonces compañera, Annie Leibovitz, estuvo más cerca que nadie en la última batalla que libró y la fotografió en su proceso para, según ella, prepararse para el dolor (…)”

“Su empatía y sus ganas de estar rodeada de gente y de beber de ésta se vio reforzada por su “paso por la enfermedad”. También se agudizó su conciencia social. Así, criticó que el dolor solo pudiera ser representado bajo determinados cánones. En Ante el dolor de los demás expuso que “los sufrimientos que más a menudo se consideran dignos de representación son los que se entienden como resultado de la ira, humana y divina” y que “el sufrimiento por causas naturales, como la enfermedad o el parto, no está casi en absoluto [...]”.
“Sontag nunca evitó la polémica que suscitaban sus pensamientos, ya que creía en éstos como herramientas y armas para el cambio.”
“La ensayista también criticó los mandatos de belleza normativos asegurando que las mujeres eran juzgadas por su aspecto y que se castigaba más a la mujer que al hombre por los cambios que conlleva el envejecimiento (…)"

Artículo completo de Mar Gallego en la revista on line “Pikara”:
Fotografías de Annie Leibovitz.

jueves, 16 de abril de 2015

Publicidad y otras hierbas. Mándanos tu foto.

Anuncio compra-venta de oro. Metro de Madrid, 
estación de "Vista Alegre", 2013 

¿Has visto una foto en tu barrio, en una tienda, en el autobús, en la calle,... que te ha llamado la atención, te ha indignado, te ha fascinado, te ha hecho sonreir? ¿Y además sobre la mujer, sobre nosotras?

¡Pues envíanos la foto! ¡La publicaremos! 
Adjunta si quieres la fecha, el lugar donde la viste, o por qué ha captado tu atención:
lunavioletayplata@gmail.com

sábado, 11 de abril de 2015

Ella dice, nosotras decimos. Francisca García Algarra.


Cráneo errante que a todos los espejos hablas de ti. Cruzas sin nombre nocturnos océanos preguntando por tu cuerpo. No hay verdad más dulce que la de olvidar. Tinieblas sin mañana o un racimo apretado de días que el mar aleja transparente hacia otras playas. Por ello con dulzura desembocas, dormitas sobre galernas, sin sueños, sin peso que te aflija. Qué será de ti. Sin ti. Ingrávido te acercas a las piedras mojadas, salinas; a las sombras de otros cuerpos desnudos como tú, y a través de sus grietas buscas esperanza. Más tarde, el leve crepuscular de tu mirada ha entregado ya su alma sin vida a cuánta arena, cincelando bajo el agua tu verdadera soledad. Tu aliento que no existe es un círculo, una estrella, el espacio que ocuparían tus manos si existieran. Y aunque quieres decir no, tu incierto cuello no te sigue, porque tu voz es ahora un atajo nevado e imperdurable donde antes remota y libre brilló la sangre.



"En las templadas orillas de los cuerpos, de cada cuerpo, tienen su morada los deseos.
Es un espacio invisible y luminoso, donde se despierta de un sueño; donde el propio sueño es el único camino para llegar hasta él (...) 
Sueñan la verdad que más tarde no recuerdan.
La vida entera agotarán después buscándola (...)
Somos el cuerpo que pensamos, y el que sin pensar, en la ráfaga de un instante dejamos de ser.
La única guarida que nos cobija, el único abandono que podemos evitar.
El tiempo procede de un cuerpo, y en él se agota.
Allí, donde el corazón tiembla, llora y ríe; fin y principio de su provisionalidad" (de la contraportada de "Bahía de un cuerpo", de Francisca García Algarra, 2004).


domingo, 5 de abril de 2015

Ella dice, nosotras decimos. Esther Tusquets.

"Es una bonita voz grave, un poquito rasposa y sensual, traicionada por los vicios de su clase, una excitación falsa (...), y parece que la boca se le llene con una excesiva abundancia de vocales, que al atropellarse unas con otras desembocan muchas veces en un agudo final, y las frases tan "bien", casi siempre mal construidas, casi nunca completamente acabadas, plagado así el discurso de sobreentendidos y puntos suspensivos. Me pregunto de dónde procederá este hablar lento y atropellado, gracioso y torpe, incorrecto y distante, de las mujeres de mi clase. Quizá se deba a un cambio biológico, quizá se opera una sutil modificación en las cuerdas vocales situadas al extremo de una larga serie de mujeres correctamente alimentadas -como se consiguen también unas manos como las de mi madre al final de una serie interminable de mujeres con las manos ociosas-, o quizás en el pasado una mujer extremadamente snob, deliciosamente chic, algo dada  lo cursi o con un leve defecto de dicción, impuso esta moda dentro de un grupo y la moda se perpetuó luego a lo largo de las edades, quizá nos manden sólo para esto -o también para esto-, para que aprendamos este justo tono, ese castellano adulterado y terrible de las mujeres bien de mi ciudad, al Sagrado Corazón o a Jesús María. Sólo que esto -como tantísimas otras cosas-, yo no lo aprendí, y me pregunto algunas veces por qué nunca habré hablado así, por qué no he tenido jamás, ni siquiera de pequeña, los rasgos distintivos de la tribu, por qué habré flotado siempre en esta incómoda tierra de nadie. Y me amiga lo intuye en ocasiones, porque entonces su voz vacila, se detiene, se balance inquieta en la cúspide de una frase, como si no supiera exactamente a quién o a dónde se dirige, y después la frase se inserta en otra distinta y a menudo contradictoria, o languidece malamente o muere en los recurrentes y salvadores puntos suspensivos. Pero es tan sólo una intuición fugaz y desagradable, la aprensión -y la sienten todos ellos- de que, contra tantas evidencias, puedo no ser de los suyos...".

Fragmento de El mismo mar de todos los veranos, reproducido por Pilar García Moutón en su libro "Cómo hablan las mujeres", Arco/Libros, 1999.




Esther Tusquets en 2010, fotografía de Consuelo Bautista