martes, 23 de febrero de 2016

Rosa, rosae. Sulpicia.






El amor me ha llegado, de la clase que más me avergüenza esconderlo
que revelarlo a alguien.
Citerea, convencida por mis oraciones a las Musas,
lo ha traído y colocado en mis brazos
Venus ha colmado mis promesas. Deja que mis alegrías
sean contadas por aquellos que se dice carecen de alegrías propias.
No confiaré mis pensamientos a losas precintadas
por miedo a que alguien pueda leerlos antes que él.


No se conoce la verdadera identidad del amado (Cerinto) de Sulpicia al que van dirigidos estos versos; según Sara B. Pomeroy, en su obra "Diosas, rameras, esposas y esclavas", Cerinto  es "un seudónimo griego", incluso podría tratarse de una ficción literaria.

Sulpicia lo escribió con veinte años "como mucho", alrededor del año 15 a. C. 

Hija del orador Servio Sulpicio Rufo, Valeria, su madre,  era hermana de un compañero de estudios de Cicerón, Marco Valerio Mesala Corvino.
En torno a este tío materno, que al parecer se convirtió en su tutor tras la muerte de su padre, se formó un círculo de poetas en el que figuraron Ovidio, Tibulo y Ligdamo.

miércoles, 17 de febrero de 2016

DIARIO DE UNA HIPO-POTAMA (2)


Una de las primeras cosas que comprendí que era necesaria fue el ejercicio físico. Mover el cuerpo. La sangre.
Me apunté a un gimnasio.

Lo mejor de ir de mi trabajo al gimnasio es el Metro. Sí, como lo oís.
Lo ideal es apoyarse en el hueco de las puertas, así que según entro, me voy a “mi sitio”, la espalda apoyada mientras leo.
En el peor de los casos, busco a uno de esos chicos de tres metros de altura y me acoplo debajo del sobaco. Eso sí, agarrada a la barra lateral de los asientos. Mano en barra, mano en libro. Solucionao.
¡Y hoy ha estado genial!, porque pude empotrarme, en ese espacio de las puertas, entre un treinteañero y una chica de unos cuarenta, ¡y los tres leíamos "en papel"!
Sí, de verdad que me pasó: el chico, un libro de Nieves Concostrina; y ella, uno en el que leí deprisa Baton Rouge.
Fotografía: Nastasia Alberti
Así que a pesar de mi dolor de cadera que no es de la cadera, de una vieja rotura en el hombro, un dedo meñique dolorido y ácrata, la sequedad ocular más el fuerte picor de las últimas semanas, y mi cansancio que intentan equilibrar 75 microgramos de levotiroxina de sodio… me metí en la clase de aquagym.
Sí.
Pues eso. Pensando en mil cosas pendientes y en nada. Creyendo que no llegaba y me daba un síncope vasovagal de ésos.
Pero llegué. 
Y eso no es todo.
Resulta que la clase la formamos alrededor de 14 mujeres y un par de “chicos”. Yo soy de las más jóvenes, y asisto con curiosidad a una tertulia que se reúne en el centro de la piscina casi desde el principio, beso va y beso viene, “es que hacía tiempo que no venía”, “oye, ¿y tu hijo?”, “ahora me traen al nieto, pero ya les he dicho que a esta hora, que no”, “vete al otro, está más barato”, “ay, pues no sé…”

Yo escucho sin inmiscuirme, haciendo de perrita de aguas que persigue a un pato imaginario que se hace el muerto; no tarda en acercarse Bea, nuestra flamante y eficaz instructora licenciada en INEF, y como en familia: 
“A ver, chicas… empezamos… bueno, chicas y chicos…Veengaa”
Fotografía: Seth Casteel

La tertulia sigue: “ah, pues yo, no…”, “ahora me desvelo de madrugada” “ni caso, tómate una”, “me ha dicho el médico…”
Y Bea: “vamos, vengaaa… ese grupito…”
“Pues ahora lo que hago es que si me desvelo, me pongo a leer…”
Magnífica idea, me digo.
“Venga, venga, una vuelta de calentamiento … ¡cómo estáis hoy! ¡Y todavía no ha pasado San Valentín!”
“Que pase, que pase…”. Mi pato imaginario no sé, pero yo escucho risas.
“Vamos, subiendo rodilla… ahora ¡patada!, venga, chicas, que me enfado… que me voy a casa…”
Lástima, ya no puedo perseguir a mi pato imaginario y la tertulia está disuelta.
“¡Corre! ¡Corre! ¡Cambio de dirección…!”
¿Habéis corrido dentro de una piscina con agua?
Pues eso.
Una mujer a mi lado susurra: “Ni a traición me pongo a correr yo ahora…”
Dormí como un tronco.

Por cierto, tengo que llamar a mi madre.
Hace días que no hablo con ella.
Ay.

Me pareció divertido titular estas entradas así, creyendo
que hipopótamo venía del griego hypo (debajo) y potamos (río).
Algo así como debajo del agua, que es como nos sentimos las mujeres
muchas veces (en temas de salud, p.ej.)
Pero no: viene de hippos (caballo).
     ¿¿O sea, que soy como un caballo de río??

sábado, 13 de febrero de 2016

Ella dice, nosotras decimos. "Poderosas a los 50": Patricia Soley-Beltrán.


¿Por qué no vemos a más mujeres de más de 50 en publicidad, exceptuando las pérdidas de orina o problemas con la dentadura postiza, que, dicho se de paso, son cuestiones que afectan en igual grado a los hombres? La industria está rezagada con respecto a la sociedad

Ante el bombardeo mediático, encontrarse bien con una misma se ha convertido en un acto subversivo.
“¿Lograr que se dé más importancia a la personalidad y los logros de las mujeres que a su físico? Sería un cambio cultural que nuestra generación puede aportar" dice Katy McConkey, bióloga y osteópata, Barcelona, 51 años.

En España hay censadas más de tres millones de mujeres entre 50 y 59 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Representamos el 13,24% de la población femenina y el 6,73% del total de la población.
Constituyen el 10,3% de la población activa y su tasa de paro es del 19,75%.
Imágenes de enfemenino.com

En general, la aportación profesional de las mujeres está muy poco valorada (18% de alcaldesas, 14% de catedráticas…)
Dado que su esperanza de vida en España es de 86 años, estas mujeres saben que tienen por delante una buena etapa. Su lema suena como “el momento es ahora”.
En la franja de edad de los 50 también se rompen moldes sobre la salud. Todas las entrevistadas cuidan su alimentación y hacen ejercicio físico (…) [La menopausia] no lo consideran una enfermedad ni una señal de retirada de la vida pública.

María Jesús Balbás, ginecóloga, obstetra y autora de "Bueno Chicas, esto se acabó. Una guía para desdramatizar la menopausia"  (...) ofrece otras pistas: "Todos los procesos fisiológicos normales de las mujeres están medicalizados, como si su cuerpo estuviera mal hecho y hubiera que corregir la naturaleza. Regla, embarazo, parto, puerperio, crianza y menopausia son tratados como enfermedades (...) La cosmética se presenta como la solución para que no se vea y no se note la edad (...) Este patrón de valores descalifica y desvaloriza a las mujeres, y las multinacionales farmacéuticas sacan pingües beneficios de nuestra maltrecha existencia". 

“¿Estamos ante una lucha denodada por no envejecer [que convierte a España] en el primer país de Europa en operaciones estéticas? Nuestro reto generacional debería ser “lograr un envejecimiento digno y el reconocimiento del saber y belleza que comporta la edad", señala Sara Berbel, doctora en Psicología Social. 

Esta percepción está cambiando porque "la viven como un cambio positivo, que comporta resistirse a la pasividad y no claudicar ante las presiones sociales".
En 2014 tramitaron el divorcio en España 16.389 mujeres entre los 50 y 59 años, un 76% (...) llevaban más de veinte años de matrimonio.

(...) este colectivo ha cumplido en parte sus deseos y aspiraciones, se ha divertido y tiene la percepción de no haberse perdido ninguna fiesta. "Sé dónde se encuentra mi sitio: es la calma tras la tempestad" (Blanca Losada, médica de urgencias en el Hospital Moisés Broggi, 60 años).



La lucha por el reconocimiento y la visilibilidad no afecta exclusivamente a las mujeres de este grupo de edad. Se libra en todos los frentes. En 2015, Megan Smith, directora de tecnología del Gobierno estadounidense, denunció la desaparición de 4 mujeres clave del equipo de 11 personas de Steve Jobs en el firme de 2013 (…) sobre los inicios de Apple. 

Este tipo de extravíos está muy extendido, como acaba de demostrar la campaña viral #WheresRey (…) a raíz de la desaparición de Rey, personaje femenino protagonista de El despertar de la fuerza, en los juguetes de Star Wars. La empresa juguetera ya ha anunciado que va a rectificar.

Con orgullo y generosidad, Katy afirma: “Las personas saludables están guapas”.
Su aspiración ya no es parecer más joven, como la generación inmediatamente anterior, sino sentirse bien.
Como dice Martina Noora Milla (Historia del Arte, Fundación Miró, 50 años): “ahora existe suficiente masa crítica, de hombres y mujeres, para erradicar falsos valores. Hay mucha gente con una nueva consciencia y sin miedo. No son tiempos para la comodidad, sino para la lucha.”

Y es verdad.
Y también todo lo demás.

Extracto de "Poderosas a los 50", escrito por Patricia Soley-Beltrán. Artículo publicado en El País Semanal.
Imagen de cabecera: lexicoon.org

jueves, 4 de febrero de 2016

El síncope vasovagal



Imagen: queaprendemoshoy.com


Te has levantado muy temprano esta mañana, como todos los días; tenías que salir, has echado una carrerita porque se te escapaba el autobús o, caminado por el pasillo del Metrode pronto has corrido porque oías que llegaba el convoy y no querías perderlo... y te ha dolido el pecho, la cabeza se ha quedado como "sin sangre" y notabas algo así como un sudor frío por la cara... y casi te desmayas.
Te apoyaste en una pared, o pediste que te dejaran un asiento, o algunas personas lograron cogerte a tiempo, antes de que te desplomases y cayeras al suelo.
"¿Qué me ha pasado?", te preguntas con preocupación, camino del médico.

Nada.
Nada importante.

El denominado síncope vasovagal es un desmayo común que, a pesar de sus síntomas aparentemente alarmantes, no tiene ninguna relevancia; salvo que se repita y requiera investigar las causas.

Fotografía: hogarmania.com

Básicamente, se debe a una caída súbita del retorno venoso, y se inicia con una sensación de mareo o debilidad, con lo que lo más indicado es tumbarse y elevar las piernas, de manera que el flujo de sangre hacia el cerebro aumente de inmediato; o al menos apoyarse o ponerse en cuclillas.

Puede darse al levantarse muy deprisa, estar de pie o sentado mucho tiempo, hambre, exposición prolongada al calor, cambio de altitud, deshidratación... El nervio vago se estimula, se reduce la frecuencia cardíaca y los vasos sanguíneos se dilatan. Así, llega menos sangre al cerebro y se produce la sensación de desmayo o el desmayo en sí, pero con una recuperación rápida.

Curiosamente, en la mayoría de los casos no se da en personas con tensión baja, sino con presión arterial normal.

Se recomienda beber unos dos litros de agua al día y comer con sal; cuidar el aporte de líquidos durante la realización de ejercicio, y también bebidas isotónicas durante la menstruación.

Fuente: Wikipedia