lunes, 1 de mayo de 2017

Kathrine Switzer, dorsal 261



Kathrine comenzó a correr con 12 años porque quería jugar en un equipo de hockey; su padre le propuso que corriera una milla al día. Y así lo hizo. Era 1959.

Para 1967, se sentía capaz de correr el Maratón de Boston:
Las mujeres mismas no entendían que ellas tenían la capacidad. Tenían los temores de todo lo anticuado de las señoritas: que se agrandaran las piernas, que les saliera un gran bigote, que el útero se cayera...

Cuando se lo planteó a Arnie Briggs, entrenador de la Universidad de Syracusa (Nueva York), su contestación fue que las mujeres no podían correr ese maratón.
Finalmente, tras algunas tiranteces, Arnie le dijo: Si puedes mostrarme en la práctica que puedes correr la distancia del maratón (...) seré la primera persona en llevarte
De hecho, en una ocasión corrieron 49 kilómetros.

Kathrine se inscribió con sus iniciales; Arnie estaba seguro de que no se citaba el género ni en el reglamento ni en el formulario: Los organizadores supusieron que era un hombre y me dieron el número 261.
Unos años antes habían comenzado a correr maratones algunas mujeres, pero sin dorsal.

El 19 de abril de 1967 nevaba con fuerza en Boston, y los corredores corrían con camiseta y sudadera, así que los primeros kilómetros parece ser que nadie se percató que una mujer corría con dorsal.

Fue entonces, tras ese primer tramo, que ocurrió la escena que recogen las fotografías de cabecera: uno de los comisarios se lanzó prácticamente sobre Kathrine Switzer, gritándole que abandonase la carrera y le entregase el dorsal.
La intervención decidida de su novio, que corría con ella, y de otros corredores, lo impidió.
Kathrine continuó corriendo.
Cuando cruzó la meta, tras 4 horas y 20 minutos, sentí que tenía un plan de vida, una meta, un propósito para cumplir.



Kathrine Switzer ganó el maratón de Nueva York de 1974, y llegó segunda en el de Boston de 1975.
Esta vez llegó después de correr 2 horas y 51 minutos.

Es ésta una historia más, de esas inconcebibles y casi anecdóticas en 2017.
Nos recuerda lo que aún nos queda por caminar a las mujeres; nuestras carreras de fondo, las cortas y los heróicos maratones.



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